miércoles, 16 de enero de 2008

SCOTTY SE FUE AL MUNDO DE LOS RECUERDOS

¡Qué difícil me resulta escribir en estos momentos sobre Scotty, mi perro! Un torbellino de recuerdos invade mi mente impdiéndome llenar unas líneas sobre lo que fue su vida y lo que representó para mí, pero ... deseo dejar constancia en estas páginas de un vida plena, más humana que la de muchos humanos, más feliz que incluso la de su dueño. Scotty para mí fue mi mejor amigo, compañero atento de confidencias y leal hasta estar dispuesto a morir por defender de cualquier peligro a cada uno de su familia. Para él nosotros éramos su familia, sus iguales , cuya misión era la de guardián . Nunca pidió nada, supo esperar pacientemente nuestras ausencias, aguantar los juegos, a veces crueles, de los niños con alegría , y solidarizarse con los problemas familiares de cada miembro sentándose a su lado el tiempo sin reloj que fuese preciso.
Hay un vacío en la casa, una ausencia flotando en nuestras conversaciones y una tristeza cada vez que me topo con su cama, o su cuenco de comida. Actos mil veces repetidos carecen ahora de sentido, como preparar su comida en mi plato con las sobras del almuerzo, o el recibimiento , siempre alegre, cuando volvía del trabajo en el hospital.
Muchas lecciones me dio Scotty, pero su muerte fue el corolario. En mis brazos, hablándole en euskera para tranquilzarle un poco más en la seguridad que sentía de que nada malo iba a sucederle, agobiado por la disnea provocada por la insufciencia cardiaca y la ascitis del fallo renal y hepático, jadeó sus últimos suspiros mientras el veterinario le inyectaba ketamina primero y una dosis letal de barbitúricos a los cinco minutos notando mis caricias en su pecho , lomo y cuello. Sentí cómo tras unos latidos arrítmicos el corazón se fue parando lentamente ... dulcemente... mientras se me nublaba la vista por unas lágrimas que pugnaban por salir. Elena no quiso presenciar los últimos momentos de su vida y llorando abiertamente esperó en la acera fría de la noche del día 14 de enero de 2008.
Scotty tenía diecisiete años. Y tuvo, creo, una vida feliz.
Ahora vive en mi memoria. De donde se irá cuando llegue mi hora, hermanados .

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