En Italia grupos de vecinos vienen realizando misiones de control y detección de "personas sospechosas" que circulan por sus barrios desde hace nada menos que quince años. Estos grupos se encuentran vinculados a la Liga Norte, formación política derechista, en la que se apoya el presidente Berlusconi para gobernar el país. Desde el pasado sábado estas "patrullas vecinales" son legales.
España se ha contagiado del "clima de inseguridad ciudadana" y ya son numerosos los municipios y capitales que cuentan con estos "vecinos organizados" para frenar la delincuencia.
En ambos países la causa de la inseguridad ciudadana es la misma : la incapacidad del Gobierno y del Estado para garantizar la seguridad física y bienes de los ciudadanos.
La escasez de policías, el abandono de los barrios por parte de los Ayuntamientos, y la presencia de emigrantes que son visto como "agentes potencialmente delictivos", se citan como las tres principales causas del aumento de la inseguridad ciudadana.
El Estado no protege a sus ciudadanos y éstos deciden protegerse a sí mismos prescindiendo de él. Sería una buena conclusión si no el fracaso de toda una filosofía y sistema político.
El Estado es el depositario de la seguridad ciudadana porque el ciudadano así lo ha decidido tácitamente, y le entrega la capacidad de detención, retención y uso de la violencia llegado el caso. El ciudadano debería confiar en las Instituciones Estatales y éstas responder eficazmente a esa confianza. Pero si el ciudadano tiene la sensación de que no es correspondido en la misma medida en que él lo hace con el Estado ¿qué debe hacer?
La respuesta es clara. Autoprotegerse.
Pero, ¿qué criterios utilizan estas patrullas vecinales a la hora de considerar a una persona sospechosa? ¿hasta dónde deben de llegar sus actuaciones?
En Italia la policía se queja de que el color de la piel o la lengua son una razón para estos grupos. Motivos xenófobos evidentes, y preocupantes para aquellos que no participan del ideario derechista. La ley aprobada admite que estos grupos retengan al sospechoso , pero deben llamar de inmediato a la policía para que proceda según la legislación vigente.
En España el hastío ciudadano no parece encuadrarse en el mundo derechista exclusivamente y tiene más de protesta impotente que de política ante el aumento de la delicuencia, de origen extranjero o autóctono, y la escasa garantía de equidad y celeridad en sus decisiones que le ofrece el sistema judicial.
No debe dejarse a un lado el abandono por el Estado de su obligación de garantizar al ciudadano y a sus bienes su seguridad desde hace muchos años que la opinión popular hace coincidir con la recuperación de la democracia como sistema político, que lleva la reflexión a otro ámbito lejano y disitnto, el debate entre libertad y seguridad. Esta dejación de responsabilidad estatal favoreció el nacimiento y desarrollo de innumerables agencias de seguridad privada. Hoy día se ve que los mismos edificios institucionales estatales son controlados y vigilados por estas agencias de seguridad, lo que no deja de ser una paradoja y evidencia de que el Estado sea incapaz de protegerse a sí mismo.
Siguiendo en esa línea el paso siguiente no puede ser otro para el ciudadano que autoprotegerse para defender sus vidas y bienes. Es lo que viene sucediendo todas las noches en muchos pueblos costeros que ven multiplicarse sus poblaciones por dos o tres en el verano. Así la decisión italiana de admitir el fracaso implícito del Estado y "legalizar" las patrullas vecinales es un claro ejemplo de la quiebra del Estado italiano.
sábado, 15 de agosto de 2009
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