La publicación de esta novela, basada en la vida y andanzas de una prostituta de lujo en el Madrid de la posguerra civil , en 1950, supuso un gran y rápido éxito para el autor. Exito debido al tema expuesto más que a sus valores narrativos. La España de aquel tiempo vivía y sufría el enorme desgarro social causado por la sublevación militar de Franco y la moral pública e individual, dictada por la Igelsia Católica, se imponía no por el convencimiento sino por la fuerza y el fanatismo de los vencedores. Una novela que trataba el mundo de la prostitución explícitamente tuvo que suponer un cierto grado de rebeldía, tanto del autor, al que se le ha de reconocer valentía, como del elctor, que intentaba buscar la otra cara de la vida oculta por las consignas oficiales del régimen militar. Pero no nos engañemos. Nada es lo que parece. Y desde un punto de vista literario la novela no alcanza un nivel aceptable.
La declaración de intenciones del autor, detallada en su inicio, de escribir una obra de pícaros y picaresca apenas aparece en los primeros capítulos, desapareciendo rápidamente, quizás en un gesto de autocensura, para divagar por terrenos propios de una novela psicolóigica sin alacanzar ninguna cota de mediana altura , y finalizando con una justificación cristiana de la cruda vida de aquellos tiempos , que si se ha de considerar sincera por el autor la define como un producto típico de la hipocresía social del posfranquismo.
No se puede negar a Fernández Flórez su acierto a la hora de crear el personaje de :Lola, pero algo le chirría en el tiempo novelesco, una indefinición ideológica para hacerla más viva. Porque, ¿qué tiene de extraño que una prostituta pretenda vivir de su oficio? y que lo haga con igual profesionalidad, es decir, impersonalidad, con que un arquitecto diseña un edificio, o un notario autentifica un documento público.
La consideración de que la mujer fue creada para las labores de su casa y sumisión sexual y social al marido, siguiendo las normas más estrictas del catolicismo de la España de posguerra, planea en toda la obra de Fernández Flórez pretende , y lo logra en ocasiones, se neutral en cualquier juicio moral sobre su personaje, narrando una serie de vicisitudes personales asépticamente, mas siempre deduciendo de la exposición que nos encontramos ante un personaje detestable, por su egoísmo y deseo de vivir de su cuerpo, sin colocar en la misma posición a aquellos personajes que se aprovechan de su cómoda posición social y dinero para utilizar a Lola cuando y como les guste y acostares con ella sin importarles para nada ni los sentimientos ni la situación social de la protagonista. Nos encontramos , pues, antes dos actitudes semejantes, con el dinero como único intermediario y dios supremo, pero sólo la prosituta es reprobrada moralmente.
Darío Fernández Flórez pierde una gran ocasión de mostrar a la sociedad española de posguerra, de centrar a su protagonista en aquella España y hacerla viva en esos años duros , hambrientos y crueles, y lo expongo contradiciendo la publicidad oficial de la novela : "una prostituta cuya existencia degradada sirve de pretexto para describir críticamente el Madrid de la posguerra". Curiosa manera de interpretar la crítica de la sociedad madrileña si esta novela les sirivó como paradigma. La omnipresente censura no habría permitido este plan que propongo, y los detalles que Fenández Flórez deja caer, como la consideración de bandidos del maquis resistente contra la dictadura., llaman la atención sobre la ideología del autor.
¿Qué España podemos deducir de esta novela? Una España pacífica, alegre , y burguesa, al margen de la sangrienta contienda que en esos momentos tenía lugar en Europa, y dueña de una paz interior que sólamente se puede encontrar en los cementerios, porque no se puede olvidar que en aquellos años la represión franquista contra la población española se encontraba en sus momentos más feroces y crueles.
Las leves, y esquivas, alusiones al estraperlo, a la gran morbilidad de la tuberculosis, y a la resistencia armada contra la dictadura, pasan silenciosamente , como sombras ocultas entre callejas desiertas de ciudad castellana. Nada dice Darío Fernández Flórez del hambre generalizado, de las cartillas racionamiento, de los miles de presos republicanos, de las ejecuciones arbitrarias dictadas por los tribunales militares, ni por supuesto relaciona a España con la Alemania nazi y la Italia fascista.
La España real, la que vivía y sufría la derrota como estigma imperecedero, no interesa al autor.
Quiero permitirme un bosquejo de una lectura moral del personaje para terminar. La prostituta Lola, mujer egoísta, y cruel con el enamorado desamparado, que se retrata , bien pudiera ser una alusión al mundo de la carne mercenaria, como espejo que refleja el tipo de personas que produce y anida en su interior. Una reprobación del mismo, en contraposición con la pureza de la vida familiar cristiana que los vencedores promulgaban machaconamente. Imagen angelical de la familia y de la sociedad falsa e hipócrita.
viernes, 7 de marzo de 2008
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