Yo tengo un perro viejo. Pequeño y blanquinegro. Listo y fiel. Mi amigo y acompañante durante diecisiete años, oyente y hasta consejero de no pocas cuitas, al que una insuficiencia cardiaca va agotando. Ciego, sordo, y con una artrosis generalizada, es el cemento de mi familia, el único que concita adhesiones profundas en todos los miembros.
Mi perro ha conseguido entender tanto el español como el euskara, y aún en este tiempo en que dos palabras oye media el euskara no lo ha olvidado. Todo un mérito, me digo, mirándole los ojos blanqueados por las cataratas.
Scotty se muere, y con él se va el amigo más fiel que he tenido nunca.
13/05/2007.
Mi perro ha conseguido entender tanto el español como el euskara, y aún en este tiempo en que dos palabras oye media el euskara no lo ha olvidado. Todo un mérito, me digo, mirándole los ojos blanqueados por las cataratas.
Scotty se muere, y con él se va el amigo más fiel que he tenido nunca.
13/05/2007.
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